Estoy gozando leyendo a Sigmund Freud. Entre 1915 y 1917, estando en Viena, Freud impartió unas conferencias a un gran público interesado en conocer el psicoanálisis que no había tenido contacto directo con él y que tampoco trabajaba con pacientes. Hoy, esas “charlas” forman parte de las llamadas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis y cualquiera puede acceder a ellas en las Obras Completas de Freud.
¿Quiénes entre nosotros seríamos hoy ese público vienes que en su momento estuvo interesado en conocer el psicoanálisis y que fue a escuchar las clases de Freud?
Mientras leo estas disertaciones siento que después de mucho tiempo me vuelvo a poner en contacto con los postulados básicos del psicoanálisis freudiano, es decir, con la noción de inconsciente, los sueños y sus significados, la neurósis histérica y obsesiva. Freud era consciente de la dificultad y la “resistencia” que había en Europa para aceptar como verdaderos sus postulados sobre la sexualidad y su manifestación como un asunto totalmente natural en la infancia. Él no solo utilizó las críticas que se le hacían como una oportunidad para difundir sus hallazgos y para dar a conocer cómo funciona la psique humana sino que se convenció que la hostilidad masiva hacia sus propuestas (incluso el nazismo persiguió al psicoanálisis por ser una “ciencia judía”) se debían a las dificultades del ser humano en general para interiorizar “lo nuevo”. Cada descubrimiento científico reciente suponía un tiempo largo de espera hasta que fuese incorporado al corpus teórico. Pero lo más difícil de aceptar, decía Freud, era asumir que el yo, esa parte consciente y racional de nuestro ser, no «es el amo en su propia casa, sino que depende de unas mezquinas noticias sobre lo que ocurre inconscientemente en su alma».
Así, Freud se autoproclama como uno de los 3 grandes sabios de la humanidad. Si Copérnico cambió la visión de centro que el hombre tenía sobre la tierra y Darwin demostró que la sobrevivencia es un asunto humano y no divino, él está convencido que revolucionó nuestra manera de pensar cuando demostró la relevancia y el protagonismo que tiene el inconsciente en nuestras vidas. Los lapsus, esos fenómenos de olvido tan cotidianos y los sueños, esas películas que proyecta nuestra mente cuando dormimos, son sus más claras manifestaciones.
En sus Lecciones, Freud planteó una visión desencantada del hombre pues afirma que no sólo estamos hechos de impulsos de amor y de bondad sino de fuertes deseos de destrucción y “maldad”, que cuando no pueden ser sublimados, son los responsables de todas las tragedias que vemos a nuestro alrededor: las grandes guerras y las guerras a escala micro familiar, el destrozo de la naturaleza en pro de beneficios personales y económicos, la aceptación silenciosa del maltrato y la fragmentación social, asuntos tan visibles entre los peruanos hoy.
Es interesante que la necesidad de Freud de abrirse al mundo y de dar a conocer sus descubrimientos siga vigente y que existan espacios de difusión y diálogo del psicoanálisis con otras disciplinas como esta plataforma virtual.