A pesar de no haberlo conocido antes personalmente, Jaime Lutenberg ya era un personaje familiar para mí debido a la gran aceptación que sus ideas acerca del vacío mental tienen en nuestro medio local. Él es un psicoanalista argentino que viene muy seguido a Lima a dictar talleres, a supervisar y a tener encuentros de diversa índole con psicólogos y psicoterapeutas.
Gracias a la visión que el Instituto Inter-Cambio tiene sobre el psicoanálisis y a las actividades académicas extracurriculares que éste viene promoviendo con entusiasmo, la noche del 20 de Mayo tuvimos una Clase Magistral sobre Clínica y Psicopatología del Vacío Mental donde Lutenberg habló sobre las formas de manifestación del vacío mental. Sus hallazgos confirman la complejidad de los pacientes que llegan a la consulta hoy y las marcas perdurables que puedan dejar las carencias en el vínculo temprano. Cuando la simbiósis, necesaria entre un bebé y su madre, no progresa con naturalidad sino que se interrumpe prematuramente, falla la constitución del self y deviene una búsqueda desesperada de vínculos dependientes y simbióticos. Aquí no caben la represión, ni la censura, ni la resistencia neuróticas que aprendimos de Sigmund Freud sino que algo más profundo se juega en el interior de estos pacientes. No hay un aparato para pensar, para fantasear, ni para soñar. Los silencios y las actuaciones cobran protagonismo. La técnica clásica tampoco es una opción de «curación». Pero, gracias a los conocimientos de Lutenberg sobre música y sobre la ópera en particular, él identifica ciertos silencios con ciertas tonadas musicales: hay silencios resistenciales, silencios placenteros producto de insights, silencios depresivos, silencios seductores y silencios profundos producto del vacío mental. Buscó así en su mundo interno modos de dar sentido al sinsabor que se apoderaba del vínculo terapéutico y lo rescató creativamente.
Como parte del trajinado itinerario de Lutenberg en Lima, también tuvimos la oportunidad de conocerlo un poco más, ya sin el público, sin los micrófonos y sin los aplausos. Él nos contó acerca de los «maestros» que influyeron en la formación de su identidad como analista: Enrique Pichon Riviere, David Liberman y André Green. Nos confesó qué aprendió de su análisis didáctico y nos dimos con la sorpresa que fueron cuestiones como la generosidad, la honestidad y el sentido del humor lo que más lo marcaron. Nos habló de la importancia de mantener viva la pasión en esta carrera que emprendemos todos aquellos que trabajamos con pacientes y del peligro de llenarnos de teorías y saberes vacuos que no están ligados a una reflexión y un proceso personal. Lutenberg compartió con nosotros no solo su larga trayectoria clínica sino su postura profundamente ética frente a la vida.
La entrevista completa será publicada pronto!