Las adicciones en el cine

Por: Talía Chlimper.

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Dirigida por Darren Aronsfsky (2000), Réquiem para un sueño es una película que cuenta la historia de Harry Goldfarb (Jared Leto), su madre Sara Goldfarb (Ellen Burstyn), su novia Marion Silver (Jennifer Connelly) y su amigo Tyrone Love (Marlon Wayans). La historia se divide en tres estaciones: verano, otoño e invierno.

En la primera estación, Harry y Tyrone  empiezan a vender heroína. Mezclan un producto puro con otro de menor calidad y ganan mucho dinero con las ventas. Durante esta etapa, su consumo es eventual y la vida de los dos amigos y de Marion representa  la estación en la que están: tienen sueños, están enamorados y la experiencias con las drogas que consumen potencian las sensaciones sexuales y amorosas que son vividas  como excepcionales.

 El inicio del otoño surge cuando Tyrone es arrestado y Harry y Marion usan todo el dinero que tenían para pagar su fianza. Con el pasar de los meses, el comercio de heroína se hace más difícil y la relación entre Harry y Marion se deteriora, pues han desarrollado una dependencia que ya no puede ser satisfecha. Un tiempo después -ya en el invierno de la película- lo que se ve es un síndrome de abstinencia generalizado en los tres personajes: Marion destruye todos sus diseños buscando algo de droga que pueda haber quedado y Harry y Tyrone viajan a Florida con la esperanza de encontrar heroína también. Por su parte, la madre de Harry empieza tener fallas cognitivas importantes debido a su consumo de anfetaminas con el objetivo de adelgazar para ir a un programa en la televisión. Finalmente, la película muestra cómo la adicción termina destruyendo la vida de cada uno: a Harry le amputan el brazo infectado de tanto inyectarse, Marion se prostituye una y otra vez a cambio de drogas, Tyrone termina en la cárcel y la madre de Harry es tratada con electroshock pues su consumo de anfetaminas ha sido tan masivo que no responde a los tratamientos convencionales.

Entonces, habría que empezar diciendo que en los personajes de la película se muestran algunas de las características principales de la dinámica de una adicción: (1) Sentimiento de aburrimiento y devaluación alternado por una sobre exigencia hacia el ambiente (2) Sentimientos de intensa furia, por ejemplo en el personaje a Marion hacia sus padres y el psiquiatra que abusa de ella (3) La dependencia física y psíquica generada por el constante consumo de heroína y anfetaminas Y (4) La intensificación del vacío, la soledad y la rabia que llevaron a iniciar ese consumo.

Así también, otro aspecto fundamental de las personas que padecen adicciones es la psicopatía al servicio de hacer lo que sea necesario para conseguir el objeto de adicción.  Al inicio de la película, Harry roba y empeña el televisor de su mamá para tener dinero para comprar drogas, incluso sabiendo que ver programas era su único entretenimiento e ilusión. Esto, que era una dinámica recurrente entre Harry y su madre, da cuenta también de una porción de la mente de la madre que podría denominarse como inconscientemente homicida, pues dejaba que esto suceda sin ninguna represalia y, negando la evidente realidad del consumo de drogas de su hijo, creía sobre su vida lo que le era más fácil creer: que Harry tenía un buen trabajo y que pronto estaría con una chica con la que tendría un hijo.

En esa misma línea, un elemento importante a resaltar sobre esta película es la alusión directa que se hace de distintas maneras a las relaciones tempranas con la madre: (1)  En momentos en los que Tyrone está bajo los efectos de la heroína recuerda una escena de cuando era niño en la que corre a los brazos de su madre y le promete que algún día haría algo importante. (2) Existe una simbiosis entre Harry y su madre: el dolor de verla bajo el efecto de las anfetaminas es tapado inmediatamente por el consumo, como si la soledad y el dolor de la madre fueran también los de Harry.  (3) Finalmente, en los últimos minutos de la película en los que la imágenes de los cuatro personajes van rotando, cada uno echado en alguna cama, se pone en posición fetal. Llama la atención el personaje de Marion, que llegando de prostituirse de la manera más terrible, abraza el pequeño paquete de droga poniéndose en esa posición que, necesariamente , remite a la vida intrauterina.

Aunque para el psicoanálisis la estructura psíquica sea similar en todas las adicciones, es importante considerar que el objeto de adicción configura características particulares a cada cuadro patológico. En la película Réquiem para un sueño la historia gira alrededor de la heroína, una de las drogas más adictivas y dañinas que hay. Pero existen muchas otras drogas que permiten -digámoslo así- una muerte más lenta. Dos ejemplos de estas son el alcohol y la cocaína, tan socialmente aceptados en nuestra medio y cuya dinámica de consumo supone una relación amor/odio que se establece con el objeto de adicción una vez que éste ya ha sido identificado como negativo.

Esta idea nos lleva a pensar que quien padece una adicción se encuentra absolutamente dividido. La prevalencia de la fragilidad contrasta con al omnipotencia que se logra consumiendo. O peor aún, cuando el lado más sano de estas personas se acerca y se pone en contacto con todo su potencial vital, esa sensación evoca el dolor y la furia que hace que emerja con mucha fuerza su lado más enfermo.

Hoy en día es muy sabido que las adicciones encuentran su explicación en aspectos constitucionales, en fallas de los vínculos primarios y en mandatos sociales enfermos y distorsionados que buscan configurar personalidades afines al consumo de drogas. Quizá lo que hace falta recordar es que, cuando se trata del ser humano y en palabras de André Green, la vida depende del amor: es a partir del amor que la pulsión de muerte puede ser sofrenada, que las experiencias primarias tienen la oportunidad de ser metabolizadas y pensadas y que – finalmente- la vida puede predominar sobre la muerte.

Jennifer Levy