Magallanes

Magallanes 2

Magallanes, la opera prima de Salvador del Solar, trata sobre el encuentro entre un taxista limeño (Damián Alcázar) llamado Magallanes y una pasajera (Magaly Solier) que termina siendo la víctima a la que él violó años atrás mientras trabajaba en un cuartel del Ejército en Ayacucho durante los años del conflicto armado. Magallanes no es un victimario cualquiera que se ha desentendido de su actuación en el pasado como sí sucede con su aún jefe el Coronel de las Fuerzas Armadas (Federico Luppi) quien sufre irónicamente de la enfermedad de Alzheimer. Magallanes está lleno de culpas y su andar lo delata como un ser angustiado y atormentado. Célina, la mencionada pasajera, se debate a duras penas por sobrevivir como dueña de una peluquería y oculta un hijo enfermo del Coronel que también la violó.

Es interesante que la película tenga por título el nombre del protagonista y que además haya sido un abusador en el contexto de la guerra interna. De arranque, del Solar nos convoca a meternos en el mundo interno de un ex-violador. En Magallanes, la búsqueda está centrada en la redención y en el intento del protagonista por reparar el daño cometido con una mujer huantina que lo perdió todo y se perdió a sí misma cuando estalló la guerrilla en nuestro país y a la que ahora trata de rescatar sin mucho éxito. Magallanes fue un empleado del Estado enviado para proteger a los pobladores de la sierra ayacuchana de la violencia senderista pero terminó cometiendo los mismos actos crueles que debió erradicar. Pero lo que lo ha perseguido a este personaje no es la justicia sino la culpa propia que le destrozó la existencia y que lo acosa por dentro cual Orestes acorralado por las moiras. La llegada inesperada a su vida de Celina le dio la oportunidad, paradójicamente, de recuperar su humanidad aunque sea por los caminos del chantaje y la mentira. Esta película muestra el dolor tanto de las víctimas como de los victimarios y la capacidad de transformar el tormento en un proyecto de vida.

No puedo evitar pensar en Los rendidos de José Carlos Agüero. En este libro sincero, el autor ofrece un testimonio de lo que significó crecer bajo la mirada condenatoria de la sociedad por haber sido hijo de senderistas. Pero esta vez, Agüero apela y confía en la capacidad de los lectores para comprender un pedazo de la historia de nuestro país más allá de la estigmatización. Del Solar también apuesta por rescatar las individualidades y por mirar el dolor. Qué vigente están estos temas en la producción cultural del Perú de hoy y cuanta necesidad de seguir abriendo el diálogo pero con honestidad. Desde ya sería interesante propiciar una charla entre Agüero y del Solar en el marco de una institución psicoanalítica como Inter-Cambio para seguir pensando.

Jennifer Levy