La idea que yo tenía acerca de la técnica de Observación de Infantes era muy limitada porque pensaba que ingresar a la intimidad de un hogar para “observar” a un bebé en relación con su mundo familiar era una tarea muy invasiva y muy delicada. Sin embargo, debo confesar que leer El niño en silencio: La comunicación más allá de las palabras, el libro que Jeanne Magagna viene a presentar a Lima en los próximos días, ha sido todo un descubrimiento para mí. La técnica de observar infantes puede ser mucho más interesante de lo que creemos porque estimula una serie de capacidades esenciales que todo psicoterapeuta (ya sea que trabaje con niños o adultos) debería desarrollar. “La observación participante”, como la define Magagna, nos ayuda a estar más atentos a la comunicación pre-verbal, la acogida del silencio, la espera, la conexión profunda con nosotros mismos, aspectos tan vigentes en el trabajo con pacientes difíciles. La capacidad para traducir en palabras gestos, miradas y escenarios donde “lo primario” se despliega sin obstáculos es un logro que se adquiere observando el vínculo temprano.
Me conmovió de Magagna el respeto por el silencio hacia sus pacientes. Si bien este es un libro que describe casos de niños y adolescentes que han perdido la capacidad para hablar, Magagna nunca deja de confiar en “el sonido del silencio”. Es decir, en los mensajes que encierra el silencio en sus diversos matices; silencios de rabia, silencios de miedo, silencios de resignación, silencios de amor. En sus artículos, Magagna intercala viñetas de bebés, por un lado, y adolescentes anoréxicas en consultas psiquiátricas, por el otro, como si fueran tareas similares. Y es cierto. Lo que importa aquí es la disposición interna para observar, para contener y para interpretar los estados emocionales de uno mismo en relación a lo que sentimos con el otro, ya sea éste un bebé, una madre, un niño en consulta o un adolescente muy perturbado.
Cuando un bebe, en sus primeros momentos de vida, no le queda más remedio que escindir o negar su dolor porque no encuentra en sus padres los recipientes capaces de ayudarlo a lidiar con sus terrores desarrolla una “falsa fortaleza” que como resultado produce un deterioro paulatino de sus funciones físicas y psíquicas. Como si se fueran “apagando” de a pocos, estos pequeños “no mirados” en sus afectos pierden la capacidad para hablar, para comer y para caminar. Ocurre en estos casos que los padres han tenido miedo de tomar contacto con su propio dolor, de reconocer la indiferencia y la distancia de sus propios padres para con ellos y han tenido miedo de quebrarse en llantos como sus propios hijos se quiebran. Creen que negando o tomando distancia de todo ese mundo convulso de emociones los mantiene a salvo. Y cuanto más a salvo se creen más lejos de la tarea de ser padres están.
El niño en silencio es un conjunto de textos reunidos bajo la cuidada edición de Jeanne Magagna y Marie Saba Veile. Constituye un valioso aporte a la clínica psicoanalítica y un importante trabajo de difusión de nuevas intervenciones institucionales que tienen como fin prevenir la salud mental familiar. No comer, no caminar y no hablar no son vistos como síntomas de una enfermedad autista sin esperanza de evolución sino como gritos de ayuda en medio de tanto silencio.
Jeanne Magagna es una reconocida psicoterapeuta de niños, adultos y familias formada en la Tavistock Clinic de Londres. Su interés se centra en el trabajo preventivo con infantes, trastornos de alimentación y violencia contra el self. Es fundadora y coordinadora del Centro Studi Martha Harris para los cursos de observación de infantes y un programa nacionalmente acreditado de Psicoterapia de Niños (Florencia y Venecia). Ha escrito y co-editado varios libros entre ellos el último libro que viene a presentar a Lima El niño en silencio: La comunicación más allá de las palabras.