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Heredera de Donald Winnicott

 

Aquí la segunda parte de la entrevista con la analista mexicana Jani Santamaría. Esta vez conversamos sobre la vivencia de la muerte al interior del setting; sobre las posibles «resistencias» del paciente para continuar con el proceso psicoterapéutico. Sobre los miedos y los puntos ciegos tan humanos a ambos. Sobre la inherente dimensión regresiva del tratamiento. Y sobre la necesaria curiosidad por los procesos internos que debemos fomentar en los pacientes.

Margaret Little y Harry Guntrip, de los que hemos hablado, escribieron sobre cómo vivieron la interrupción de sus análisis cuando Winnicott muere. En el Encuentro de Winnicott, hubo un trabajo que homenajeó a una terapeuta peruana que murió hace unos años. En esa misma mesa, se presentó un analista chileno que también había vivido la muerte de su analista. Cree que algunas de las ideas de Winnicott pueden ayudar a elaborar este tipo de pérdidas?

Winnicott al final de su autobiografía menciona: “Dios, haz que esté vivo cuando me muera”. A mí me dejó muy impresionada porque parecía que él ya se daba cuenta que iba a morir. Este es un tema importante que no se trabaja… Esto tiene que ver con lo doloroso que es darte cuenta que la vida se va apagando. A Freud también le pasó eso. Él no escribió nada a pesar de que sabía que su cáncer iba avanzando y que cada vez estaba peor.

No habló sobre cómo esto influyó en sus pacientes…

¡Si un dolor de muelas influye! Imagínate algo como el cáncer. Y de eso no escribió.

Como si fuera un tema  tabú?

Un tema tabú que tiene que ver con el temor a la muerte. Aunque teóricamente lo sabemos, no es lo mismo que cuando ya tienes 70 u 80 años… cuesta trabajo. En México ha pasado que muchos analistas no les dicen a sus pacientes que están enfermos…Yo creo que la fantasía debe ser como con los niños: que si no lo dices, no pasa. Y porque nunca pierdes la esperanza de que te vas a recuperar. Estos son ejemplos de que por más teoría que uno sepa sobre que hay que aceptar la finitud, en la práctica no sucede.

Está el miedo a la muerte intacto, como si fuéramos niños…

Sí. Está el miedo también a que los pacientes se te vayan porque ese es otro punto importante que tiene que ver con la realidad cotidiana. Nosotros vivimos de este trabajo. Entonces es como si tú te despidieras al plantear que estás enfermo. Como si tú solito cerraras la tiendita. En teoría, los pacientes no tendrían por qué irse pero, desde otra perspectiva, por qué tendrían que quedarse? Allí es donde yo digo cuán bonito podría ser vivir ese proceso de terminación de un análisis, no de la muerte de tu analista.

Winnicott habla mucho de que el analista tiene que sobrevivir a los ataques del paciente, pero qué pasa cuando la muerte del analista es inminente?

Imagínate la culpa que te queda… Sabes? Es curioso porque yo he tenido oportunidad de platicar con gente que se la muerto el analista para referirlos con otros analistas y no encontré un solo paciente que no sintiera que su analista se iba a morir. Lo que me dejó muy impresionada es que los pacientes captaban que se iba a morir y el analista nunca les dijo nada. A mí esto me dejó muchísima enseñanza

Qué enseñanza le dejó? 

Que los pacientes saben lo que está pasando. Cuando esto lo traslado a mi consulta, me ayuda porque pienso que ellos están captando mucho más de lo que yo me estoy imaginando. No solamente de la muerte sino de la vida, de los momentos…  Como cuando un paciente se va y dices “no sé por qué se fue”. Pero cuando haces la re-construcción, sí sabías que se iba a ir pero no le hiciste caso a tu intuición, me explico? Había un hilito que estaba allí y no lo jalaste. No es que de repente se va un paciente, eso se va cocinando. Pero uno a veces, como con la muerte, dice “no creo que pase mañana” y así se pasan los años. Entonces creo que como lo plantea Harry Guntrip en un sueño donde se le aparece el rostro de su madre

Que lo tiene después de que Winnicott muere

Sí. Creo que ese sueño, que es divino, es lo que Winnicott le deja. Es la herencia. Es como quedarte con lo que sí te dejó aun cuando físicamente ya no está. Y eso es lo que creo que a veces habría que trabajar con las personas que han tenido una experiencia así. Sino sucede esto se puede derivar hacia una línea de odio, de resentimiento, de melancolía, de tristeza. Son como secuelas si no se tiene la experiencia de recuperar en sueños. En México hay un trabajo sobre los sueños de terminación, los sueños de muerte del analista. La mente sigue trabajando aun no estando el analista. Y esa es la herencia.

En el libro Winnicott insólito, René Rousillón tiene un término que me gusta mucho que es  “la necesidad de estar loco”. No entendiendo la locura como la psicosis o la demencia sino como una condición profundamente humana. Cree que uno de los objetivos a los que Winnicott nos invita cuando habla de la necesidad de la regresión es a eso? Y con qué tipo de pacientes podemos aventurarnos a entrar en contacto con los aspectos más primitivos? es eso algo que todavía se da hoy?  

Yo creo que tiene que ver con maneras de entender la mente. Hay un trabajo de un analista belga que presentó un trabajo en el Encuentro con Bion el mes pasado que se llama El papel de la regresión en Bion y en Winnicott. Está muy interesante porque este analista decía que el modelo de trabajo hay que tomarlo en cuenta. Winnicott partía de la base de que el paciente era neurótico y tenías que regresarlo a niveles muy tempranos

Para luego sacarlo

Para luego sacarlo. Pero Bion y otros pensadores dicen que uno está en regresión todo el tiempo. Al hablar de los pensamientos oníricos y de que todo el tiempo estamos desplazando y condensando, el proceso primario digamos… no es que estés en un estado o en otro sino que siempre estás en los dos. Es decir, pensar en la mente como operando simultáneamente. Desde allí no tienes que regresar a los pacientes a ningún lugar. Es simplemente abrir ventanas porque el fenómeno ya está allí, el paciente ya está allí. En el Encuentro de Winnicott hubo una supervisión de un candidato que reportaba que desde que puso al paciente en el diván pues empezó a salir la verdadera luz, la verdadera fantasía; nada agradables por parte del paciente. Y entonces el candidato se preguntaba si la indicación del diván fue adecuada. Yo le comenté que ese paciente en particular vivía regresionado. “No es que tú lo hayas regresionado por el uso del diván, él ya está así”, le dije. Es importante tú pregunta acerca de con quién sí y con quién no. Yo creo que eso te lo da la intuición que vas teniendo con ese paciente. Hay hay pacientes que te dicen: hoy no me quiero acostar. Uno muy rígido le diría: no, te vas al diván. Pero uno piensa, “qué significa que hoy no quiera hacerlo?”. A veces es algo tan sencillo como que necesitan el contacto concreto como Margaret Little. Como los niños pequeños, tal cual, y a la siguiente sesión se vuelven a acostar como siempre. Entender así a los pacientes es importante, no de forma lineal. Es decir, el que ya aprendió a hablar no quiere decir que nunca pueda hacer un berrinche. La verdad es que todo el tiempo oscilamos. El que ya tiene una sexualidad genital con su pareja no quiere decir que un día no pueda tener relaciones sexuales. Esto sí es una paradoja porque uno puede pensar que la regresión en Winnicott es para llegar a áreas traumáticas, diría Freud, y una vez que el trauma se libera, entonces otra vez vas para arriba… como el buceo. Pero lo interesante es que Winnicott dice que hay un área del self que es privada y que no hay que tocarla porque tocarla significa violarla, ser intrusivo. Entonces uno se pregunta “cuál es el objetivo de la regresión o a dónde se regresa?”. Esto tiene que ver con el concepto de trauma, que es otra aportación valiosa de Winnicott, y que para él se relaciona con el temor al derrumbe. El trauma aquí no es una ruptura. Para Winnicott el trauma es algo que no se integró. Son cosas distintas.

Que no se integró y que no hubo quien ayudara a integrar

Así es. No hubo quien ayudara a integrar sería un 50 % y otro es que el aparato del bebé tal vez estaba todavía muy chiquito, me explico? Por más de que hubiera una mamá que tratara de acomodar esos pedazos, si era a destiempo y el bebé estaba muy chiquito, no se puede. Tiene que darse una sintonía. A veces los pacientes te dicen: es que tú hace 3 años me dijiste tal y tal cosa pero yo no lo entendía. Eso se queda como grabado pero no lo integra emocionalmente. Y luego te dicen: ahora sí sé a qué te referías. Y tú lo estás viendo, lo estás sintiendo. Si el paciente va a regresionar yo me preguntaría “a qué, o a  dónde o para qué”. ¿Por qué alguien tendría que tomar contacto con el pasado si ya el presente está siendo muy difícil?

Además ahora se trabaja mucho en el aquí y ahora

En el aquí y ahora con la idea que ellos son los que tienen que irse al allá y al entonces. No el analista. En la medida que se trabaja en el aquí y ahora se genera curiosidad y la curiosidad te lleva a que investigues. Para investigar tienes que irte al allá y al entonces. Pero la pieza clave es que podamos generar curiosidad. Porque si no generas curiosidad en el paciente por sus procesos internos no se queda o se le quita el síntoma y se va.

Eso pasa mucho. Los pacientes se sienten mejor y se van

Yo creo que es porque no se articuló la pieza de la curiosidad. A mí me da ternura cuando los pacientes les preguntan a sus mamás: yo de chiquito cómo era? Me encanta, porque está indagando en su historia. Hay movimiento. Hay un interés que es de él. A eso me refiero cuando digo que hay que dejar que los pacientes lleguen. Ellos son los que tienen que querer tratarse. Y muchas veces uno no se da cuenta que es uno el que tiene la necesidad y no ellos. Generar esa curiosidad por los procesos internos es la llave de acceso para que ese allá y ese entonces se integre al aquí y al ahora. Allí sí me parece que es parte de un proceso natural la regresión.

Usted decía que siempre el paciente se va porque hay algo que no hemos podido hacer por él. Cómo elaborar eso?

Yo me lo imagino todo como en una película. Si tú pudieras volver a ver parte por parte la película, todo lo que sucedió con el paciente, escena tras escena, vas a encontrar que había un hilo común que estaba apareciendo

Y que no lo vimos

Sí lo vemos pero no nos atrevemos a ponerlo de frente

Cree que si lo hubiéramos visto el paciente se hubiera quedado?

No sé si se hubiera quedado. No podría garantizarlo. Pero no tengo la menor duda de que tú satisfacción y tú trabajo estaría completo. Muchas veces cuando esto no se da, el terapeuta se queda sintiéndose muy mal y luego piensa: ya no sirvo para esto. Es muy fuerte que un paciente se te vaya. Si tú logras decirle algo al paciente, éste se va pero con lo que le pertenece a él. Si no, te lo quedas tú. Y te indigestas y te enfermas. Es muy triste. Cuando el paciente de teja de pagar o empieza a llegar tarde, para mí eso no es una resistencia como se piensa ortodoxamente. Yo no tengo ese concepto. Creo que te está queriendo decir algo. Nada más decirle: “tengo la impresión que tú me quieres decir algo de otra manera”. Puede ser que te diga: no, no, había mucho tráfico… Tampoco lo vas a torturar. Pero si esto se repite y se repite, yo me espero un poco hasta que esto es tan notorio que le digo: “mira, me costaría mucho trabajo pensar que no me estás queriendo decir nada cuando esto no era lo común en el ritmo de trabajo que teníamos. Mi impresión es que tal vez tú lo que me estás queriendo decir es A, B y C” de algo que yo relaciono con su historia. A eso es a lo que me refiero. Es como decirle: “yo estoy trabajando para que te entiendas tú. No para que me dejes todo a mí”. Porque eso es lo que sucede. Entonces la bolsita se va llenando y llenando y es un nivel de frustración muy grande cuando el paciente de pronto te dice: pues ya me voy! o fíjate que ya me siento mejor y en lugar de venir 3 veces quiero venir 2. Estas son fallas de encuadre. Que el paciente quiera reducir sesiones por bienestar? No es así (se ríe), no es por eso que hicimos un contrato, el contrato no es para que tú te sientas bien. Es decir, es parte del paquete, está incluido, pero ese no es el centro, el centro es que tienes que recordarle cuál fue el motivo de consulta, cómo llegó y qué sucedió… Yo pienso que una formación tendría que estar enfocada mucho a eso, a estar afinando y validando la percepción de lo que los terapeutas están captando. Porque creo que ellos son mucho más sensibles de lo que creen. Pero a veces están tan saturados de teorías, de dogmas, de cosas institucionales que se pierde la oportunidad. Cuando me dicen: es que ya terminé mi formación y me siento que trabajo más libre… pues digo sí, a veces se está atravesado por eso. Pero creo que esa es la herencia winicotiana, en el sentido de no pierdas tu verdadero self; y a pesar de que 20 personas te digan que tu paciente está psicótico y tú no lo ves psicótico, escucha a ese verdadero self.

Jennifer Levy

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