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Convergencias necesarias

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Jorge Rivas, psicólogo experto en temas de educación y docente del Instituto Inter-Cambio, escribe sobre la importancia de entablar un diálogo entre la educación y la pedagogía con la teoría y la clínica psicoanalíticas. Aquí su valioso aporte:

Creo que el particular interés de Freud por la educación era inevitable. Casi un destino. Pero esta afirmación casi romántica merece al menos una explicación y una observación.

En sus intentos por comprender y abordar la histeria, Freud observó que sobre la sexualidad humana se desplegaban discursos socioculturales fuertemente represivos que se instauraban en la psique a través de instituciones culturizadoras como la familia y la escuela.

Por otro lado, en el abordaje de la sexualidad humana, Freud descubrió indicios de que ésta estaba presente desde etapas tempranas del desarrollo. La sexualidad infantil, acaso una de los más polémicas afirmaciones de su tiempo, llevó al joven psicoanalista a indagar sobre las formas como los adultos -padres, cuidadores y maestros- lidiaban con sus manifestaciones.

Así que, ya sea por el abordaje mismo de la histeria como por el descubrimiento de la sexualidad infantil, tarde o temprano Freud debía observar lo que ocurría en las escuelas. Incluso más adelante, con el desarrollo de su teoría de la cultura, dicho autor volvería a las escuelas para concebirlas como el espacio de ingreso a la cultura.

Sin embargo, ocurre algo particular en el acercamiento freudiano a la educación. Algo que no ocurre con otros campos del quehacer humano en los que el psicoanálisis se interesó. A diferencia del derecho, la literatura, el arte, la historia y la religión, donde existe una o más obras dedicadas a aplicar los conocimientos que el psicoanálisis iba adquiriendo a dicho campo; con la educación no hay tal. Freud había expresado su interés por lo que ocurría al interior de las escuelas desde los albores del psicoanálisis pero apenas había escrito una breve mención en Múltiple interés del psicoanálisis y en un prólogo a la obra de Oskar Pfister ambos por 1913. Incluso había hermanado al psicoanálisis con la educación al decir de ambos que eran dos oficios imposibles.

Esta ambivalencia, que Freud mismo trató de resolver delegando el desarrollo de una línea de abordaje psicoanalítico a la educación en su hija, ha estado presente hasta nuestros días. Desde el psicoanálisis existe un importante grupo que encuentra imposible establecer un acercamiento a la educación entendiendo que las diferencias son insalvables. Algunos autores ubican en este punto a Catherine Millot y su obra Freud Antipedagogo. Al otro extremo están quienes piensan que dicho acercamiento es posible aunque difieren en torno a la forma como dicho acercamiento debe ocurrir.

Así, tenemos quienes aún sostienen el uso del término psicoanálisis aplicado y la lógica que de éste se desprende: la aplicación de los conceptos teóricos en un ámbito educativo. El riesgo es evidente: la tendencia psicopatologizante de ámbitos ajenos al consultorio, las resistencias de docentes quienes son violentados psicoanalíticamente y el desgaste de una forma de abordaje con un enorme potencial. En otra instancia están quienes parten por reconocer que se trata de dos oficios distintos que deben establecer un diálogo interdisciplinario a partir del cual ambos quehaceres se enriquezcan y donde las miradas se complementan. Los analistas que intentan esbozar las nuevas características psíquicas de niños y adolescentes encontrarían en el ámbito educativo un espacio más que interesante de observación y conocimiento.

En lo personal, me inclino por esta última línea de reflexión. Considero que el psicoanálisis, en cuanto reflexión en torno a la estructuración psíquica del ser humano, cuenta con dispositivos teóricos y prácticos que permitirían aportar a la crisis de la educación pero que hasta el momento no han podido ser articulados en una propuesta sólida. En nuestro medio, el intento más consistente fue el realizado por Marcos Gheiler y su discusión analítica de casos.

Todo profesional psicoanalíticamente orientado que deba abordar alguna demanda que provenga o se origina del ámbito educativo debe considerar las posibilidades anteriormente planteadas y evaluar aquella que le signifique mayores posibilidades de intervención. Definir aquellos espacios, posibilidades y limitaciones de dicha intervención serán motivo de futura reflexiones.

En este punto quisiera concluir con esta frase de Alfredo Painceira (1997) «Si deseamos seguir siendo psicoanalistas –o reflexionar psicoanalíticamente-, debemos, como nos decía Bela Grunberger, resignarnos a vivir a la sombra de Freud, pero, eso sí, con el compromiso de recrear el psicoanálisis todos los días y continuar explorando las sendas vírgenes aún no exploradas, las que Freud preanunció, pero no pudo recorrer.”

Jorge Rivas. Psicólogo egresado de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUPC). Magíster en Estudios Teóricos en Psicoanálisis (PUCP). Docente del curso Psicoanálisis y Educación en el Instituto Inter-Cambio.  Asesor de tesis de postgrado en Educación en la Universidad San Ignacio de Loyola. Amplia experiencia en contextos educativos tanto en el ámbito privado como público.

Jennifer Levy

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